contemplación. Se sigue percibiendo aquella visión de paz
que cantaba la Iglesia cuando lo consagró.
Todo trabajo, hasta el más pequeño, hecho en esta relación con
Jesús, realizado con amor es una respuesta sincera a la llamada de
Dios. Y así todo es ofrecido como una oración
vivida, como un diálogo de “Tú a tú” con Jesús que llega al Padre.
Así lo hacía la Stma. Virgen y san José en Nazareth.
De esta manera todo trabajo adquiere un nuevo valor: es un lugar
de “encuentro” con El.